Awakenings
Oliver Sacks, químico, neurólogo, divulgador y escritor británico (1933-2015) dejó un legado literario relacionado con sus experiencias médicas de hondo calado humano. Entre sus libros más importantes está el autobiográfico Awakenings (Despertares) que fue llevado al cine y protagonizado por Robert de Niro y Robin Williams.
Un emocionante relato de la lucha de este doctor por dignificar a enfermos desahuciados en un hospital del Bronx (New York) a los que atendió a finales de los sesenta, afectados por una parálisis con un factor común en el diagnóstico: encefalitis letárgica. Sacks definía a estos enfermos como personas atrapadas por la enfermedad que luchan por preservar su identidad.
Estos enfermos mostraban un cuadro de parálisis, una especie de estado catatónico que -en algunos casos- se había prolongado durante décadas.
El doctor Sacks, no obstante, buscó la dignidad de estos enfermos tratando de encontrar un hálito de humanidad más allá de las funciones biológicas básicas. Buscaba estimular las capacidades superiores como pensar, expresarse, caminar o hablar, no sin el escepticismo de sus colegas médicos.
Mediante la debida estimulación y complemento químico, el doctor Sacks abrió una vía a la esperanza. Durante un tiempo muchos enfermos mostraron evidencias de mejora: se levantaron de sus sillas de ruedas, caminaron por los pasillos del hospital, volvieron a hablar… volvieron a ser personas.
Los resultados a largo plazo fueron menos optimistas. Hubo despertares durante los siguientes años. Algunos se mantenían en el tiempo, otros eran intermitentes. Pero después de tantos años de letargo se abrió una puerta a la esperanza. El doctor Sacks trabajó incansablemente en este proyecto hasta su muerte en 2015.
Silencioso es más exacto que invisible
François Jullien
Esta fascinante historia bien resume un hecho que, salvaguardando todas las distancias, tiene parangón en el aletargamiento que la sociedad -como ente vivo- va arrastrando desde hace demasiado tiempo acomodado como está en la observación sin reflexión, en la deriva existencial y en la consolación zafia frente al que se halla en una situación más desfavorable.
Los medios de comunicación, las redes sociales y determinada música alienante hacen su fabuloso papel de contribuir a este estancamiento. La globalización no ha conllevado la promesa de una civilización fraternal y la economía fagocita con sus fauces bursátiles todo conato de visión humanística.
Pero este panorama desolador es solo una parte. La visible, la enfocada y la que cual mito de la caverna nos tiene lo suficientemente entretenidos y hastiados como para salir a ver qué otro mundo nos espera afuera.
Orientados y sugestionados para ello hemos creído que el mundo abundante es aquel al que solo otros tienen acceso, negándonos irremediablemente a disfrutar de ello. La educación, la cultura va en esa misma línea: la estandarización. Por ello, el que sale de la caverna verá un mundo nuevo, estimulante y abundante que los habitantes del viejo paradigma no comprenderán y, por tanto, censurarán a quienes osen descubrirlo.
Al acabarse las posibilidades químicas tuvo lugar otro despertar, que el espiritu humano es más poderoso que cualquier droga y que eso es lo que debemos alimentar, con trabajo, ocio, amistad y familia, que son las cosas importantes, las que habíamos olvidado, las más sencillas.
Oliver Sacks
Nuestra misión es salir de ese cuerpo enfermo, paralizado para vivir simple y llanamente como merecemos, tal y como hemos sido llamados a habitar. Tenemos que proveernos de las medicinas (herramientas) para alcanzar la salud (libertad).
El cerebro, que solo busca sobrevivir, se sentirá cómodo ante la pasividad, la falta de inquietud y, por tanto, de riesgos. La química de los neurotransmisores viajará entre las neuronas para proporcionarnos placer en la no acción. Nos proporcionará una situación melancólica que, como diría Víctor Hugo, no es otra cosa que el placer de estar triste.
Ser feliz y ostentar libertad requiere coraje. Coraje, de corazón.
El doctor Sacks lo sabía. Conocimiento más Corazón. Este es el secreto.
Juan F. Ballesteros
músico y escritor
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