Cultura y rentabilidad
La catarata de conciertos pospuestos, aplazados o directamente cancelados en muchos municipios contrasta muy notablemente con la de los que conforme a ley se siguen realizando sin problema alguno en otros territorios de nuestro país, además de en el resto de Europa.
¿Cuál es el motivo por el cual una institución pública decide no hacer un concierto, sugerir el aplazamiento o impelir al músico a que tome la decisión última (que siempre será la de no hacerlo ante la carencia de argumentos jurídico-sanitarios) si la norma lo permite? ¿Por qué dependemos del compromiso y voluntad del titular de cultura aun cuando la ley nos avala?
Cuesta a comprender porqué dejan de hacerse conciertos cuando las medidas sanitarias vigentes lo permiten. Si hay distancia social, aforo limitado, medidas higiénicas previstas y protocolos activados ¿cuál es la razón última?
Festivales de gran trascendencia mediática y cultural como el Festival de Salzburgo en Austria han arrojado la cifra de cero contagios. Antonio Moral, director del Festival Internacional de Música de Granada, ha publicado un resumen donde en 32 días de festival, con 76 espectáculos y una asistencia de 21.043 espectadores, no hubo ni un solo contagio.
Cuando ha habido voluntad y esfuerzo se han realizado con total garantías de salud tanto para los artistas como para técnicos y público espectáculos culturales sin ningún tipo de problema.
Algunos artistas, la autocrítica como gremio debe prevalecer, exigen pagos, subvenciones y otras dádivas pasando de la anarquía al sentido de estado aprovechándose de la coyuntura cuando su histórico es no haber creado nada. Pero otros, han estado al pie del cañón, creando, preparando, ensayando, componiendo, proyectando, … sin un salario que sustente y con el hálito encendido para que cuando todo pase nos hallemos fortalecidos.
Cuesta a comprender porqué dejan de hacerse conciertos cuando las medidas sanitarias vigentes lo permiten. Si hay distancia social, aforo limitado, medidas higiénicas previstas y protocolos activados ¿cuál es la razón última?
El último argumento al que se acogen las instituciones es el de la rentabilidad. Bien es cierto que la inversión que hace un ayuntamiento contratando cultura es para que pueda ser disfrutado e interiorizado por la mayor parte de la sociedad dado el carácter efímero del evento cuando hablamos, lo cual es absolutamente compatible con los criterios de los artistas.
Esta rentabilidad está puesta en cuestión por el aforo permitido (permitido, o sea, legal) que hace que la actividad programada llegue a un número menor de ciudadanos. Y este argumento también lo compartimos, en tanto que nos aflige ver una sala medio vacía (¿o estaría medio llena?) a pesar de que en épocas de esplendor sanitario hemos contemplado salas medio vacías (o medio llenas) como algo habitual.
Siendo así, porqué en algunos municipios se cancelan conciertos cada semana mientras, ya no solo en Europa, en el resto del país se celebran aunque sea bajo el yugo de una normativa mucho menos laxa que en otras disciplinas (sobre todo, deportivas).
No solo se está privando a un sector dañado de sacar la cabeza sino al público a disfrutar de la cultura. ¿Acaso cuarenta personas de un limitado aforo no tienen derecho? Y, por una vez, ¿no pueden priorizar la necesidad de los músicos?
La cultura no solo es rentable en términos económicos (3,4% del PIB) sino en términos humanísticos, sociales y de mejora de la ciudadanía. Quizás esto último es lo que de verdad les inquieta.
Por todo ello, quedándonos con lo positivo, gracias a todas las instituciones públicas y privadas que han comprendido que la Cultura es Salud.
Juan F. Ballesteros
músico y escritor
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