Premio o multa
Los premios en música recogen los honores de quienes han tomado ventaja antes que los demás, como reza su significado etimológico. No obstante, coger antes no determina ser el mejor más allá de serlo entre las opciones presentes.
Los premios en música recogen los honores de quienes han tomado ventaja antes que los demás, como reza su significado etimológico. No obstante, coger antes no determina ser el mejor más allá de serlo entre las opciones presentes.
Las noticias sobre los colectivos como Letze Generation, Just Stop Oil, Extinction Rebellion o, más proximo, Futuro Vegetal no cesan alumbrados por su campaña +1,5º que están llevando a cabo en diferentes museos. La performance consiste en pintar de negro gruesos trazos sobre las principales sobras de arte.
Una de las funciones básicas del cerebro es la protección sobre todas las cosas. No necesita certeza, ante cualquier amenaza contempla la huida, la congelación o el ataque. Igual que hace diez millones de años. Nuestras amenazas han cambiado, nuestras reacciones no.
Los músicos somos especialmente sensibles a los obstinados impulsos de nuestro cerebro toda vez que todo lo ajeno representa una amenaza para aquellos profesionales que abanderan la inseguridad, el celo -en definitiva-, el miedo. Como gremio, somos muy poco corporativos y esta oposición, muchas veces intestina, hace que no crezcamos como colectivo al ignorar que uno solo va más rápido pero en unión, se llega más lejos.
Mientas se cierne sobre el horizonte y se alza entre las nubes de a más alta expectativa una nueva legislación que afectará (a ver en cuántas de las acepciones del término) a todo tipo de músicos, valorar las consecuencias puede ser tan solo un ejercicio de onanismo intelectual poco útil pero, en cualquier caso, la reflexión y el pensamiento sobre nuestra profesión nunca está de más.
Parece ser que se aliviará la ardua tarea de pedir permisos para la realización de conciertos y eso, en sí mismo, ya es bueno. La libertad de elección y las propias reglas del mercado marcarán, no obstante, quiénes habitarán los escenarios.
La veritat no pot descansar encara que el silenci l’oculti. Les realitats són polièdriques però convé, a força de donar-li voltes, d’usar-la, de practicar-la, de compartir-la, aconseguir la seva forma esfèrica perquè sigui visible i contemplada des de qualsevol punt de vista.
A les Illes Balears vivim constantment una deterioració de la veritat quant a les realitats musicals en l’àmbit coral es refereix. S’amaga perquè l’excel·lència molesta. Com si aquesta fos exclusiva, excloent o aliena a qualsevol oïda, a qualsevol consciència, a qualsevol cor que sent. La inèrcia ha donat per bona qualsevol explicació. El temps, només el temps jutjarà amb mesura.
Aedcoro no ama a los coros. Triste realidad, sin duda, que lejos de derivarnos a la melancolía nos debe abrir los ojos para construir una verdad. La verdad que, aunque asuste a los que han sido domesticados, hará libre a los virtuoso al tiempo que señalará a los viles.
Estar asociado a Aedcoro se ha convertido en sinónimo de estafa. Durante sus años de existencia no solo no ha contribuido a la mejora el entorno de los directores y directoras de nuestro país sino que ha impedido su evolución, que es mucho más sorprendente, más preocupante.
Para cualquier director o directora de coro, orquesta o banda la praxis sonora supone uno de los problemas más acuciantes para su evolución, crecimiento y desarrollo como intérpretes. Disponer de un orgánico como instrumento de constante diálogo supone el mayor desafío de aquellas entidades que ofrecen como servicio la enseñanza del noble arte de dirigir personas.
Y como de personas se trata, la enseñanza de la dirección, muy especialmente en la disciplina coral, supone tomar en consideración el propósito de educar al instrumento, esto es, señalar y atender su condición sensible que se traduce en el sonido, color, afinación, empaste, empatía, salud vocal, criterio interpretativo, psicología o gestión emocional del colectivo, por citar solo unos pocos ítems. Por tanto, la construcción de un coro está basada en el contacto cercano, en ese hilo casi mágico al que todo director o directora debe aspirar para abrazar los contornos de la belleza.
Naturalizando la importancia de la isla grande y de su capitalidad, cabe reclamar una mayor atención para las islas periféricas en cuanto a cultura se refiere. Todos somos Baleares. No se trata tanto de un alegato visceral o victimista. Las carencias de Ibiza, donde resido, son las justas ganadas a pulso por sus propios habitantes. Nada que reprochar a terceros si la inacción es bandera. No obstante, conviene rellenar las grietas de la sinrazón con, al menos, algo de información.
Al plantear un futuro del mundo coral en nuestro país que se sustente en propuestas sólidas en el presente, nos encontramos con una realidad demoledora. Los coros españoles adolecen de una verdadera revolución que rompa la cristalización sistémica.
El tejido coral está cosido con los coros amateurs que hacen verdaderamente importante nuestro gremio. La línea entre estos coros y otros denominados profesionales no siempre es clara. A nadie se le escapa que de los mejores coros del país no se halla entre los profesionales siendo estos, acaso otra anomalía, los institucionales.
La educación y la cultura han servido para algo más que despertar conciencias. Ver empuñando una batuta a una mujer no debería ser motivo de asombro, ni siquiera motivo para escribir este artículo. Asumo el riesgo. Pero en el día del Director y Directora de orquesta se me despierta la siguiente reflexión: ¿por qué no incluyo a directoras españolas en mi playlist?
Susanna Mälkki, Shi-Yeon Sung, Barbara Hannigan, Emmanuelle Haïm, Anu Talli y, cómo no, Marin Alsop forman parte de mi playlist cuando exploro versiones. Un elenco de directoras de primer orden que han habitado el árido páramo del podio orquestal tan absurdamente dominado por las grandes figuras masculinas.