Los músicos de verdad no tienen balcón

Antes del presente cualquier músico en período de estudio -esto es, cada día- lidiaba con los horarios óptimos que las ordenanzas municipales dictaban en cada caso en relación con el uso de los instrumentos musicales para la convivencia vecinal. 

No pocas veces, y a pesar de cumplir a rajatabla los tiempos de estudio legislados, tuve que escuchar golpes en la pared medianera que me separaba de algún vecino cuando no, directamente en la puerta o con amenazantes palabras en el intimidante y reducido espacio del ascensor. Las menos, con aviso a la policía que tras comprobar que el horario estipulado se cumplía me invitaban educadamente a dejar el estudio para otro momento más propicio.  

Pareciera que una sonata de Beethoven molestase mucho más que la oferta televisiva a todo volumen del vecino del 5º o de la más que acalorada discusión pseudo delictiva de la pareja del 3º, puesto que no tenían ninguna repercusión en forma de queja.

Estudiar música ha sido una actividad con una alta dosis de clandestinidad. 

Ahora, en este presente falaz, cuanto más estrépito arroje un balcón mayor posibilidad de coronar como héroe a sus moradores. En nombre de la solidaridad que nunca antes se tuvo hacia nuestro sector de servicios (porque esenciales lo han sido siempre), hordas de advenedizos artistas han optado por invadir la paz auditiva mostrando un escaso talento y nulo sentido del decoro aprovechando la penosa coyuntura que estamos viviendo.

El balcón de la plaza proviene de la plaza pública de las redes sociales donde la autopromoción ha alcanzado cotas extraordinariamente preocupantes. Asistimos a verbenas improvisadas, solistas que han encontrado un resquicio entre toda la vorágine para mostrar su pasión que, aunque loable, es disparatada.

Mientras, miles de músicos profesionales se han quedado sin trabajo y es más que probable que muchos de ellos no lo recuperen jamás, porque aun siendo la cultura motor económico, ahora no somos esenciales o hemos sido sustituidos por “nuevos talentos” situados en infinidad de mini escenarios colgantes en otras tantas fachadas de nuestras ciudades.

Ahora más que nunca el ocio y el entretenimiento, que precisa ser compartido, ha sustituido a la cultura que precisa, por contra, entornos de intimidad.

En aras de una solidaridad fingida el ego emerge triunfante.

Yo, me quedo en casa…y en silencio.

Juan F. Ballesteros
músico y escritor

13 replies
  1. Jaume Esteve
    Jaume Esteve says:

    Nos quedan bastantes semanas de enclaustramiento en soledad o en, deseémoslo, agradables compañías. Las calles a ciertas horas del día retumban, más que musicalmente, rítmicamente o reiteradamente en una amalgama de raps o sucedáneos insulsos y ramplones.
    Es como una forma de olvidar esas horas leer una reflexión como esta de Juan Fran que envuelve como un Adagio y a la vez conjura tanta pobreza y frivolidad seudomusical.

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  2. Fi
    Fi says:

    Una cosa no quita la otra. Algo tan positivo como es salir a expresar cariño y compañía con música, algo tan humano y libre como comer y dormir, respirar… Los «músicos no verdaderos» que salen al balcón también son gente que probablemente se ha quedado sin trabajo, sea cual sea su especialidad. La cultura es amplia y no de unos pocos. Ánimo músicos, tenemos que re-organizar esto y ayudarnos todos sea cual sea nuestra profesión. Compartir y ser solidarios, seguir adelante y seguir creando. Todo va a mejorar, estamos en esto juntos. Un abrazo.

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  3. Edwin Ramos
    Edwin Ramos says:

    Buenos días, Juan.

    Excelente reflexión para estos días de enclaustramiento.
    Primera vez que te leo y después de echar una ojeada a tu blog, lo seguiré haciendo.

    Saludos!

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  4. Jon Ander
    Jon Ander says:

    Buenas tardes

    Le entiendo sr. Ballesteros, pero creo que mientras no se falte al respeto a nadie, expresar el arte es un derecho, y en mi caso, no trato de solidarizarme con nadie cuando utilizo las redes para darme a conocer, pero si no puedo tocar ni en la calle ni en los bares, a ver como me lo monto… Supongo que en su caso, ud. será un músico profesional talentoso y cómo yo no lo soy, me siento ofendido (eso ya tiene que ver con mi ego), pero tengo derecho a la existencia!

    No sabemos cuanto puede alargarse esta situación de confinamiento…

    Gracias por su opinión, un cordial saludo!

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  5. Yuli
    Yuli says:

    Es verdad, cuando chaporreaba mi piano, ponía la sordina para no molestar. A veces hasta era agradable que la vecina de abajo te dijera que te echaba de menos escucharte.

    Pero bueno hablando de cantantes, ahora se están subiendo al carro para componer canciones o corroer. No es que sea muy entendida pero muchas rimas y buenos acordes no hay.

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  6. anonimo
    anonimo says:

    Gracias,
    las falacias de la música actual me entristecen,
    nuestros colegas venden un mundo fantasioso que para nada es el real y el egocentrismo impera en una triste realidad.

    Reply
  7. Toni
    Toni says:

    Me llamo Toni Sáez y me dedicaba a tocar en la calle guitarra y voz. Soy diplomado en magisterio musical, profesor de guitarra clásica titulado y musicoterapeuta. No he podido ejercer mi profesión por no tener el Mitjá ni querelo tener en mente. En 2013 un incendio me hizo perderlo todo y no tenía seguro. Un año después me envenenaron con mercurio en la extracción de cuatro amalgamas sin protocolo. He sufrido de mobbing por no querer trabajar gratis para narcisistas psicópatas del ambito musical, por no querer alimentar egos de nadie a cambio de nada. Cuando tuve salud fui voluntario como musicoterapueta en centros de discapacitados pero tras perderlo todo en aquel incendio me vi obligado a vender lo poco que tenía para tratar mis problemas de salud. Tras volver a recoger material de trabajo, instrumentos, los he tenido que vender para sobrevivir. El dia 13 de Marzo fue el último dia que estuve pasando la gorra como se llama vulgarmente aunque solo pongo un bote en el suelo y echa la gente agradecida por su propia voluntad. Se me ha tratado por parte de la policia local como a delincuente, como a un sin papeles, ilegal por hacer mi trabajo, por seguir luchando. Lo peor de todo ha sido no tener apoyo de la gente de mi sector que hoy dia se quejan de que no se van a subir a un escenario. Siempre os queda la calle como a mi. La lucha es necesaria porque de no hacerlo te obligas a no seguir luchando y a desaparecer. Estoy en riesgo de contaer covid19 y morir como los ancianos al tener las defensas de mi cuerpo por los suelos aparte de otros problemas de salud provocados por el mercurio. Me salió el doble de los permitido de hg en analítica, siendo una sustancia altamente cancerígena. No pido dinero, tal vez trabajo y especialmente respeto.

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  8. Javier
    Javier says:

    Comparto y suscribo hasta la última coma.
    Felicidades, muy bien expresado para el resto de mortales que aún no comprenden el significado de músico.

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  9. Julio Balbi.
    Julio Balbi. says:

    Soy Julio Balbi ex integrante del coro del Sodre y además médico jubilado. Estoy en un todo de acuerdo contigo . No hay que agregar ni quitar nada de tu absolutamente educado comentario. Un abrazo sostenido ya que el bemol es muy lacónico.

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