La formación on line vs off line

Para cualquier director o directora de coro, orquesta o banda la praxis sonora supone uno de los problemas más acuciantes para su evolución, crecimiento y desarrollo como intérpretes. Disponer de un orgánico como instrumento de constante diálogo supone el mayor desafío de aquellas entidades que ofrecen como servicio la enseñanza del noble arte de dirigir personas.

Y como de personas se trata, la enseñanza de la dirección, muy especialmente en la disciplina coral, supone tomar en consideración el propósito de educar al instrumento, esto es, señalar y atender su condición sensible que se traduce en el sonido, color, afinación, empaste, empatía, salud vocal, criterio interpretativo, psicología o gestión emocional del colectivo, por citar solo unos pocos ítems. Por tanto, la construcción de un coro está basada en el contacto cercano, en ese hilo casi mágico al que todo director o directora debe aspirar para abrazar los contornos de la belleza.

La tecnología nos ha facilitado la vida y, por tanto, ganar uno de los mayores tesoros en un mundo agitado, vertiginoso y tendente a lo visceral como el que cada vez más habitamos. El tiempo es nuestra mayor conquista. Con tiempo somos más valiosos y así podemos ser más útiles a más personas. Este valor, sin embargo, puede limitarse a ser un valor cuantitativo pero su buena aplicación puede convertirlo, además, en cualitativo.

En este entorno virtual y después de una parada temporal global que ha marcado de forma indeleble nuestra forma de asomarnos al mundo, el aula virtual ha alcanzado cotas inimaginables. Disponemos del conocimiento más profundo sin movernos de nuestra casa y, en no pocos casos, directamente de la fuente. Y eso es bueno. Sin embargo, ¿es admirable en todas y cada una de las disciplinas de nuestro arte sonoro? ¿Puede acaso ser la presencialidad sustituida por lo online sin excepciones? Como en todo cambio y evolución humana, la ganancia está en el balance entre lo que se gana y lo que se pierde.

La construcción de un coro está basada en el contacto cercano, en ese hilo casi mágico al que todo director o directora debe aspirar para abrazar los contornos de la belleza.

La cuestión es dilucidar si es posible alcanzar un grado de maestría como directores y directoras de coro sin un coro presente. ¿Es razonable una formación 100% on line? Como acercamiento o aproximación al hecho de dirigir alcanzo a conceder que sí, que se pueden conocer los contornos de la mecánica de la dirección, que se puede ofrecer un marco expositivo acerca de la afinación y que, sin duda, puede integrarse el humanismo entorno a una argumentación teórica. Una serie de información específica puede ser compartida sin la presencia del coro pero esta no tendrá validación posible si no es contrastada con la evidencia de la respuesta del foco sonoro, es decir, del coro.

Quizás pueda ofrecer una eidética más elocuente si utilizamos el parangón de la disciplina instrumental. ¿Podría un pianista adiestrarse a través de una formación on line? Seguramente sí, pero ¿podría hacerlo sin disponer de un piano? La respuesta por obvia no precisa respuesta.

Podría utilizarse en contra de estos argumentos que lo aprendido a través de lo online es, acaso, información que se contrasta a posteriori con el concurso presente del coro. En el mejor de los casos en los que el alumnado disponga de un coro podría admitirse aunque de forma parcial, puesto que no está presente el esencial factor de la corrección por parte del Maestro o la Maestra.

¿Es razonable una formación 100% on line? Como acercamiento o aproximación al hecho de dirigir alcanzo a conceder que sí, que se pueden conocer los contornos de la mecánica de la dirección, que se puede ofrecer un marco expositivo acerca de la afinación y que, sin duda, puede integrarse el humanismo entorno a una argumentación teórica.

Faltaría la esencia del ejemplo y del contraste. La inmediatez del logro mediante prueba y error, por no citar elementos como la comunicación no verbal. En los casos en los que el aspirante a director o directora no disponga de un orgánico de manera frecuente, el conocimiento adquirido sería una suerte de entelequia, una mera elucubración sonora que poco o nada tiene que ver con la realidad.

Podemos acomodar nuestras agendas para salir menos de casa, podemos llegar a creer que eso es ganar tiempo cuando no hay mayor formación, no hay mayor bagaje y vivencia experiencial que esforzarse, limitarse, renunciar o sacrificarse, aprender del camino y vivirlo no como una transición sino como una iniciación de vida,  para que los logros sean valiosos y tengamos algo que contar a través de la música.

Un coro no se dirige, un coro se construye y si de edificar una interpretación congruente  que aspire a la excelencia se trata, el factor humano presente es la única vía que permitiría acercarse al ideal sonoro. No se trata de ganar tiempo sino de invertir en tiempo.

Juan F. Ballesteros
director de coro