Músicos, egos, deseos.
Hay propósitos que sólo se plantean en el fino tramo del paso de año. Un momento casi mágico donde todo cabe. Quizás sea uno de los pocos instantes donde no cabe el pensamiento trágico ni el cancelador. Como si de un espacio sin tiempo se tratase, los deseos tanto propios como los que albergamos para los demás -excepciones habrá- están dentro de la órbita de las buenas intenciones.
Seguramente no todos los anhelos van a trasladarse a la dimensión de la realdiad pero, al menos, estaremos más cerca en tanto que su evocación nos hará construir un camino y transitarlo para, acaso, llegar a tocarlos con la yema de los dedos. Y esto, ya será un logro.