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El lenguaje de la música

El Solfeo (ahora, Lenguaje Musical) supone la base del conocimiento del idioma de la música. Es a la música lo que la gramática a un idioma, pilar esencial e ineludible de la compresión profunda de la interpretación y conocimiento del arte sonoro. Sin embargo, su función se ha ido desvaneciendo en las últimas décadas. Un viejo elemento de la enseñanza que se ha dejado degradar en pos de una enseñanza falsamente lúdica, cuando lo verdaderamente entretenido es cumplir los objetivos, hacer las cosas bien.

¿Y qué ha pasado en los últimos años para que se pierda la oportunidad de dar a la sociedad un conocimiento, acaso somero, de la lectura de una partitura? Al igual que cualquier persona puede acercarse al teatro aunque sea de un modo amateur dado que puede leer un texto, ¿qué hemos hecho de la educación general y musical para que los ciudadanos estén alejados de este conocimiento impidiéndoles así su perfecta integración en la interpretación no profesional como ocurre, en consecuencia, en otros países donde no es extraño contemplar a los asistentes de un concierto seguir el mismo partitura en mano, o privándole -que es peor- de un discernimiento más elevado como consumidores de cultura?

Hubo un tiempo en el que en el curriculuo de la Educación Primaria quedó plasmado el lenguaje musical como objetivo a alcanzar en los seis años que dura esta etapa educativa. ¿Es en realidad tan difícil imaginar que en seis años un estudiante de primaria no pueda alcanzar un nivel de lectura musical alto? ¿A qué, entonces, se ha debido la frustración de este objetivo primordial? ¿Tienen alguna responsabilidad los Maestros especialistas de música en la Escuela y, por ende, el propio sistema de Formación del Profesorado en materia musical?

El ordenamiento educativo ha abrogado cualquier conato de florecimiento del conocimiento musical en la sociedad. Las Escuelas de Música custodian, en ausencia de la Escuela Primaria, la enseñanza musical. Sin embargo, tras una media no inferior a 6 años (jardín musical, cursos preparatorios, Enseñanzas Elementales -equiparable al Conservatorio en su primera etapa-, ampliación mediante cursos complementarios,…) muchos estudiantes acceden a las Enseñanzas Profesionales de Música (Conservatorios) con escasa destreza para con el Solfeo en muchos casos, lo que supone un lastre insuperable a medida que avanzan sus estudios enfocados, fundamentalmente, en la especialidad instrumental que, paradójica y consecuentemente, se debilita. Lejos queda aquella generación de músicos que, profesionales o no, podía leer cualquier partitura por compleja que fuese.

Los Conservatoires, creados tras la Revolución Francesa, sustituyeron a los monasterios y abadías como centro de formación musical, estandarizando la enseñanza musical a cotas inauditas anulando sustancialmente la ejecución de las diferentes épocas de la historia del arte sonoro. Resulta cuanto menos asombroso que hoy en día se siga vigente modelo arcaico  e incapaz de evolucionar por su propia definición y función de conservar y no, como sería razonable y deseable, de progresar. 

Aquellos que hemos hecho uso de esta institución tanto en nuestra etapa de formación como en nuestro ejercicio docente, hemos comprobado cómo la interpretación musical se ha limitado -en el mejor de los casos y excepto tan honrosas como escasas excepciones- a la música comprendida entre Bach y a lo sumo, Wagner -en cuanto al planteamiento técnico-estético-sonoro-, esto es, un período de poco más de 100 años, cuando nuestro patrimonio musical occidental registrado y codificado es de no menos de 800. Solo unos pocos pioneros en la docencia han tenido la decencia de dar a conocer el legado del último siglo, el que cultural y estéticamente debiera sernos propio. En cuanto a la música anterior a 1700, ni rastro.

¿Sería loable un itinerario curricular en virtud del cual un estudiante alcanzase el dominio del Lenguaje Musical en su etapa de Educación Primaria (con un profesorado cualificado), desarrollase sus conocimientos de armonía, contrapunto, historiar y otras materias teóricas en la Educación Secundaria y  Bachillerato y que una vez alcanzado el grado de ciudadano musicalmente culto, desarrollase su formación como futuro músico profesional en el ámbito de la Universidad como nuevo centro de especialización musical frente al obsoleto Conservatorio?

Tenemos un camino todavía por recorrer.

Juan F. Ballesteros
Músico y escritor

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